Puente de Mieres

Su trazado original iba de Ujo a San Esteban, además de un ramal que, desde Fuso de la Reina, daba servicio a la capital del Principado. A esta red, concluida en 1908, se uniría poco antes de la Guerra Civil la prolongación de Ujo a Collanzo, que permitía el acceso ferroviario al valle del Aller.

A lo largo de su recorrido, el Vasco-Asturiano requirió la construcción de numerosos puentes metálicos. La mayoría de ellos sobreviven todavía hoy y casi todos prestando servicio ferroviario.

Uno de los más significativos es el que atraviesa el Caudal a la entrada de Mieres. Fue construido por la empresa belga Ateliers de Jambes-Namur en el año 1906 y está formado por dos tramos de celosía Linville apoyados en pilas de sillería. Entre las décadas de 1920 y 1950, este puente estuvo equipado también con una vía ancha para permitir el acceso de vagones de Norte (y, más adelante, de Renfe) a los almacenes de Mieres-Pueblo. Cuenta además con una pasarela peatonal en su interior.

Durante años sufrió un importante deterioro, hasta el punto de que contaba con una restricción de velocidad para que el paso de los trenes no dañara su maltrecha estructura. Por fortuna, fue rehabilitado entre 2017 y 2018 y repintado en el color verde oscuro que luce en la actualidad, por lo que su estado de conservación es óptimo. Aunque el tráfico ferroviario que soporta es apenas una sombra del que tenía hace décadas, permanece como una interesante muestra patrimonial de un ferrocarril íntimamente ligado al desarrollo minero de la cuenca del Caudal.

Guillermo Bas Ordóñez