por Mónica García Cuetos
Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo. Su actividad profesional se centra en el estudio del patrimonio cultural, en especial el industrial y el derivado de la obra pública y la ingeniería.
“La filantropía marcha de acuerdo con el interés industrial. El obrero bien alojado, bien mantenido, bien atendido en sus enfermedades, bien educado en las escuelas, nos da, con un trabajo organizado, mayor efecto útil.” F. Gascue, 1888
Alojar a una población obrera que aumentaba en la misma proporción que lo hacía la actividad minera, se convirtió en una prioridad para las empresas mineras asturianas. La mayor actividad constructiva coincide con momentos en los que la demanda de carbón era muy alta y exigía un gran incremento de la mano de obra que se veía obligada a hacinarse en viviendas caras, escasas y sin unas mínimas condiciones higiénicas. La característica jerarquización de espacios dentro de las explotaciones mineras tiene su reflejo en la planificación de las viviendas. Así, cada grupo profesional tenía un alojamiento en consonancia con el lugar que ocupaba en la empresa.
La localización de las viviendas es muy variada. Se conservan pequeños asentamientos aislados, propios de la minería de montaña, como el poblado de Rioseco en Riosa. En otros casos encontramos viviendas incluidas en espacios multifuncionales, como La Cuadriella en Turón, o situadas en el entorno de las explotaciones como Solvay, Lieres, o La Nueva, Langreo. Podían también insertarse en la trama urbana de las poblaciones cercanas a los centros de trabajo o en espacios periféricos con respecto a ellas, como el poblado de Barredos en Laviana o el de Rioturbio en Mieres, dos muestras, además, de promociones de viviendas del período autárquico.
Tipológicamente encontramos ejemplos que van desde los cuarteles más elementales hasta lujosas viviendas unifamiliares para el personal directivo. En ocasiones se recurrió a soluciones constructivas inspiradas en la casa tradicional del mundo rural asturiano; en otros se importaron modelos foráneos, como el inspirado en la ciudad-jardín británica, con ejemplos como las Casas de los Jardines de La Cuadriella en Turón. En Ujo y Figaredo, Mieres, encontramos una de las tipologías más interesantes. Se trata de edificios de gran desarrollo horizontal, varios pisos en altura y un corredor que recorre la fachada principal hasta desembocar en una escalera adosada a uno de los muros laterales.
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