Tras el fallecimiento de su fundador Carlos Albo Kay, se modifica en 1909 la razón social de la empresa pasando a adquirir la nueva denominación de Vda. e Hijos de Carlos Albo. Coincidiendo con una etapa de bonanza y expansión de la industria conservera, la sociedad abre en los años siguientes nuevas instalaciones en Lastres, Ribadesella y Puerto de Vega, en Asturias, a las que se suma la factoría lucense de Cillero.
La fábrica de conservas de Candás, a pleno rendimiento desde la segunda década de siglo, se irá modernizando, ampliando sus dotaciones y maquinaria. Al cuidado del arquitecto Manuel del Busto queda el proyecto de mejora y ampliación de las instalaciones, de 1919, al que se suman sucesivas obras de reforma y transformaciones derivadas de los cambios que se van a ir introduciendo en el proceso productivo.
Los trabajos e inversiones más significativos se acometen, en todo caso, en el contexto de la autarquía, particularmente en la década de 1950, con la instalación de la fábrica de vacío, siguiendo las trazas de Bienvenido Alegría, la construcción de un nuevo garaje y un comedor, junto con la adecuación de las naves de fabricación de envases de hojalata, a cargo del arquitecto Mariano Marín. Nuevas naves dedicadas a la fabricación, talleres mecánicos y almacenes se ponen al servicio de una producción orientada hacia el mercado nacional y, con el paso de los años, preferentemente dirigida hacia la exportación de bonito y de atún, entre otros países hacia Suiza.
En 2009 la fábrica centenaria de Albo cerraba definitivamente sus puertas. Años antes, el pintor Alfredo Menéndez acometía dos murales en el exterior de la factoría, en el marco del proyecto de Museo de pintura al aire libre de Candás, iconográficamente presididos, como no podía ser de otro modo, por las faenas relacionadas con la pesca.
Natalia Tielve García
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