Industrias
La producción industrial de sidra es uno de los productos agrícolas que posibilitan, a través de la manzana, la progresiva entrada del campo asturiano en una economía de mercado, capitalista y, por tanto, monetaria, favorecida por las reformas del incipiente sistema liberal.
Además, el crecimiento de las ciudades al calor de la industria regional a fines del siglo XIX alentó la producción de distintos productos que sus habitantes ya no podían procurarse por sus medios como en el ámbito rural, y, algunos, como la sidra experimentaron un consumo creciente en el nuevo contexto urbano y social. Finalmente, la reapertura del flujo migratorio a ultramar, donde colonias de asturianos se fueron asentando en distintos países americanos, completó la creciente demanda de productos asturianos y, entre ellos, la sidra.
Para atender este consumo fueron numerosos los lagares y fábricas de sidra que nacen en el periodo que va hasta el fin de siglo, destacando entre todas El Gaitero, en Villaviciosa, que pronto se especializaría en sidra espumosa- entonces denominada sidra champagne- para el mercado americano, siendo en la actualidad uno de los mayores productores mundiales.
La empresa Valle, Ballina y Fernández, constituida en 1890 y transformada en Sociedad Anónima con el cambio de siglo, levantará su fábrica en un porreo o terreno ganado a la ría- similar a los pólder neerlandeses- donde sigue produciendo hoy en día. Con una buena localización sobre la carretera nacional que vertebra la costa asturiana y con la posibilidad de dar salida a su producción mediante un muelle propio, la fábrica irá ganando entidad, llegando a producir sus propias botellas a partir de 1915, cuyo testimonio es la chimenea que constituye un auténtico icono de la planta. Completan el conjunto, las naves de recepción, tratamiento, almacenamiento…y el edificio de oficinas, de 1900, que pronto se conformó como la cara más pública de la empresa teniendo un tratamiento cuidado alternando la mampostería enlucida con la sillería en los esquinales y el ladrillo visto en los encintados de los vanos.
Un excelente y cuidado patrimonio de una marca, El Gaitero, que, como rezaba su más famoso eslogan, era conocida en el mundo entero.
Faustino Suárez Antuña
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