El espacio, una de las señas de mayor identidad del lugar, salva el desnivel natural gracias a su ordenación en tres terrazas. Su llamativo diseño obedece a las trazas de Francisco Goicoechea Agustí, que dispuso diversos elementos de gran originalidad. En todo su perímetro, el parque está bordeado por pivotes de fundición con representaciones de diversos personajes. En el centro se ubicó La Arquitectura, un colorido arco de entrada que recuerda a los juegos de construcción de la época. Además, contó con una piscina pública y, junto a ella, una garita de vigilancia con forma de seta. En sus más de setecientos metros cuadrados se encontraban ruedas, columpios, toboganes y balancines.
Rubén Domínguez Rodríguez
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