Pozo El Entrego

La posibilidad de beneficiar las vetas por debajo del nivel de los valles abría nuevos campos de explotación más provechosos, pero también exigía una mayor inversión que solo en los comienzos del siglo XX las empresas estaban dispuestas y capacitadas para asumir y, también, para rentabilizar, en un pujante mercado regional, nacional e, incluso, internacional. 

La historia del Pozo Entrego es la de la evolución tecnológica de las minas asturianas, tímida, lenta, pero siempre hacia delante. Así, el primer pozo vertical de las cuencas estaría servido hasta 1926 por un castillete de madera y un sencillo cabestrante. En esa fecha simplemente se añadirían unas tornapuntas al castillete, que no se cambiaría hasta entrada la década de 1940, cuando se monta uno de celosía metálica roblonada para servir a una moderna máquina de extracción de vapor. 

Una década más tarde la máquina pasa a ser eléctrica y poco más tarde un nuevo castillete incorpora ya la soldadura. Nuevas cotas de profundidad recomiendan una nueva máquina de extracción que acabará siendo una de polea Koepe- una de las primeras de Asturias- suministrada por GHH y Siemens. 

Desde 1958 la mina se completa con un pequeño lavadero que se moderniza a partir de los años sesenta…y es que la innovación fue una constante en El Entrego: nueva casa de máquinas, nueva maquinaria, como los compresores, de las firmas Worthingthon e Ingersoll, vitales para el arranque mediante martillos neumáticos, la primera locomora eléctrica del tipo BARTZ, los primeros embarques neumáticos… 

En definitiva, la mina Entrego ha pasado a la historia minera por su temprana apertura vertical pero ello ha desdibujado las experiencias y vitales avances que se pusieron en marcha en un familiar, casi casero, pequeño gran Pozo de una pequeña ciudad de la Asturias más minera.

Faustino Suárez Antuña