Mina de La Soterraña

Minería

Minas de La Soterraña-Muñón Cimero

Valle de Muñón, Lena

Asturias fue el segundo productor español de mercurio después de Almadén. Su beneficio se remonta a la época romana como testimonia la existencia de galerías y pozos atribuidos a ese tiempo. Las minas contenían, además de mercurio, arsénico.

Estas explotaciones de mercurio están localizadas a unos 5 km al Noroeste de Pola de Lena, siendo objeto de extracción intermitente desde 1845 hasta comienzos de la década de los setenta del pasado siglo.

Las denuncias mineras iniciales en la zona (unas 40) tuvieron lugar entre 1844 y 1854, y sus principales responsables fueron las empresas Anglo-Asturiana, El Porvenir, La Constancia y La Concordia.

Iniciaron la actividad minera una empresa asturiana, La Concordia de Mieres, y otra inglesa, Asturian Mining Company. A partir de 1848 se constituye la Sociedad Minas de la Soterraña y se establecieron sistemas de laboreo y metalúrgicos modernos.

La principal asociación mineral comprende cinabrio (sulfuro de mercurio), rejalgar (sulfuro de arsénico) y, en mucha menor proporción, oropimente (otro sulfuro arsenical). Aparece en masas irregulares de calcita encajadas en niveles carbonatados del Carbonífero (Grupo Lena), generalmente ricos en materia orgánica o carbonosa. Las mayores concentraciones aparecen en las calizas más afectadas por la tectónica, o cuando impregnan un nivel de carbón situado al muro de uno de los tramos calcáreos. Acompañan a los sulfuros mencionados otros de hierro (pirita y marcasita).

En estos yacimientos lenenses se hallan elevadas cuantías de mercurio y, en menor grado, de arsénico, que impurificaron tanto los suelos como el agua, la vegetación y el aire. Desde el laboreo y el consiguiente tratamiento metalúrgico de este tipo de menas ha existido una palpable inquietud dadas las secuelas que se derivaban de los mismos, pues además de los daños humanos ocurridos por hidrargirismo, esta actividad industrial produjo frecuentes perjuicios en el perímetro de las explotaciones, entre los que cabe resaltar la acumulación de estériles nocivos en las escombreras, degradación de los suelos, merma en la calidad de las aguas, menoscabo de la biodiversidad, delatadores impactos visuales, etc., y que aún no se han corregido.

Carlos Luque Cabal y Manuel Gutiérrez Claverol

 

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