Central de Tanes

Industrias

Central Subterránea de Tanes

Caso - Sobrescobio

La Central de Bombeo de Tanes, “Sánchez Pello”, fue erigida entre los años 1970 y 1978 siguiendo el proyecto constructivo de un equipo de ingenieros de Hidroeléctrica del Cantábrico.

Se trata de una central de carácter subterráneo, excavada en la roca y de tipo reversible, que aprovecha el agua de un embalse superior, el de Tanes, y otro inferior, el de Rioseco, en el curso alto del río Nalón. En ambos casos se disponen sendas presas de gravedad.

Los trabajos de integración emprendidos en la central por parte de Joaquín Vaquero Palacios y de su hijo Joaquín Vaquero Turcios se llevan a término en 1980, estando concentrados en el interior. El afloramiento rocoso conforma los paramentos de la central, intencionadamente realzados en atención a su potencial estético. Los paneles de roca se presentan enmarcados por planchas de acero inoxidable, que sirven como revestimiento de los pilares de hormigón que soportan la carrera del puente grúa. Más allá de su indudable impacto estético, simbólicamente, el juego de materiales, roca y acero, puede considerarse una alusión al diálogo entre la naturaleza y la industria, la historia y el presente.

La claustrofóbica sensación de estar bajo tierra se ve atenuada recurriendo al artificio de la luz y del color. Resulta particularmente sugerente la actuación llevada a cabo en la bóveda, reforzada con hormigón y carente de nervaturas, elevada a dieciséis metros de altura y prolongada a lo largo de más de cincuenta metros. La sensación de pesadez de la misma se disipa acudiendo a la policromía: una esquemática labor pictórica, de colores planos que, sobre un fondo gris azulado oscuro, combina el blanco y el amarillo. Las formas, que aparentan flotar en el vacío, a modo de geométricas nubes recortadas en el cielo, recrean un inmenso celaje. Completan el diseño otros detalles, como los ceniceros dispuestos en distintos huecos de la obra, los paneles divisorios de chapa grecada que separan las estancias auxiliares y dos cuidados bajorrelieves.

Natalia Tielve García

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