por Carolina Castañeda López
Doctora arquitecta formada en la UPM y la UDC, colaboradora de INCUNA y TICCIH-España, su dedicación como investigadora y profesional liberal se centra en el estudio y puesta en valor del patrimonio industrial.
La industrialización asturiana se apoyó en grandes pilares extractivos y productivos que propiciaron su desarrollo, pero también en un heterogéneo y rico tejido de industrias diversificadas en variados sectores.
Durante más de dos siglos el territorio asturiano se convirtió en soporte para el desarrollo de industrias diversas en su actividad productiva, tipología estructural o en su emplazamiento. Este heterogéneo tejido industrial se vio reforzado por el aprovechamiento de las condiciones orográficas e hidrográficas, el desarrollo de los medios de transporte o el fenómeno de la emigración, que determinaron la conformación del variado paisaje industrial asturiano.
Desde finales del siglo XVIII, la variada riqueza de tipologías en la industria asturiana produjo algunos casos singulares de patrimonio industrial. En este sentido, cabe destacar la fábrica de tabacos gijonesa de mediados del siglo XIX que, junto a la Fábrica de Armas de La Vega, constituyeron dos ejemplos asturianos destacables en la reutilización industrial de conjuntos conventuales desamortizados, práctica relevante en la implantación fabril que se daría en muchas localidades españolas.
En el sector agroalimentario, no solo tendría especial relevancia la tabacalera gijonesa en el empleo de mano de obra femenina, sino que sería una característica compartida con la importante industria conservera que se asentaría en los principales puertos pesqueros. A estas actividades se unió la elaboración de bebidas alcohólicas como cerveza y, más específicamente, la producción de sidra achampañada, a cuya popularización contribuiría el fenómeno de la emigración.
La producción de objetos cotidianos o de materiales constructivos arraigó en enclaves de elaboración antigua, como la producción de loza en San Claudio o la de vidrio en Avilés. De igual forma, el auge del desarrollo portuario para el transporte de los productos, se reflejó también en la construcción naval, primero en la tradición de carpintería de ribera, y durante el siglo XX, en la pujanza de los astilleros. Con el cierre de Naval Gijón en 2009 finalizó un ciclo que perdura en la memoria de la lucha obrera y sindical y en el arte urbano del entorno circundante.
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