por Manuel Antonio Huerta Nuño (Toño Huerta)
Es Licenciado en Geografía e Historia. Desde 2005 trabaja como geógrafo autónomo en el campo del Análisis Territorial, compaginando esa labor con la investigación y la divulgación del Patrimonio, en especial el Industrial.
Podemos situar los comienzos de la industrialización asturiana a finales del siglo XVIII, con la implantación de las fábricas de armas de Trubia y Oviedo. Su verdadero desarrollo comenzaría a mediados del siglo XIX, en un proceso que ha llegado hasta nuestros días.
La guerra de la Convención contra Francia, la presencia de mineral y la canalización del río Nalón serían los tres factores determinantes para que a finales del siglo XVIII se instalase la Fábrica de Armas de Trubia, además de la de Oviedo. El desastre del proyecto del Nalón y la mala calidad de los hierros obtenidos en los altos hornos harían que Trubia fuese el primer gran fracaso de la industrialización española que, sin embargo, marcaría las pautas de la posterior industrialización basada en el carbón, la siderurgia y los transportes. Tras décadas de incertidumbre, la llegada del brigadier Elorza a mediados del siglo XIX supondría el relanzamiento definitivo de la industria armamentística.
En el caso de Trubia, con su especialización en armamento pesado, significaría un crecimiento con avances tan importantes como la creación de una Escuela de Aprendices, el nacimiento de diversas barriadas obreras o avances técnicos en la fabricación del acero y las artes industriales, con momentos de auge durante la Gran Guerra o el periodo autárquico, creando un verdadero Paisaje Industrial donde las comunicaciones ferroviarias serían esenciales. La fábrica de Oviedo, por su parte, destinada para la fabricación de armamento ligero, cobraría su verdadera importancia en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se instala en La Vega, configurándose como el principal foco industrial de la ciudad y motor de su crecimiento urbano y demográfico; actualmente, el antiguo espacio productivo se podría dividir en tres fases arquitectónicas: las edificaciones anteriores a 1869, el periodo comprendido entre 1917 y 1927 y el posterior a 1940.
La privatización de estas industrias en los comienzos del siglo XXI supuso el cierre de La Vega y la reestructuración de Trubia, dejando en el limbo un Patrimonio Industrial que, pese a su importancia y declaración como parte del Inventario del Patrimonio Cultural Asturiano desde septiembre de 2018 en el caso trubieco, tiene como tarjeta de visita el abandono, en un proceso de enajenación del procomún tan frecuente en nuestra sociedad.
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