Barrio de Urquijo

La planificación de los alojamientos se adecuaba por lo general a la categoría socioprofesional de sus destinatarios, de modo que las casas de los obreros obedecían, salvo excepciones, a modelos estandarizados, siendo reducidas en dimensiones y modestas en cuanto a materiales, confort y programa. En cambio, para los directivos y empleados cualificados se escogían residencias que, armonizando las razones de economía y estética, ofrecían óptimas condiciones de emplazamiento, disfrute de espacios ajardinados, mayor grado de confortabilidad, superficie habitable y número de cuartos.

Dentro de las excepciones apuntadas en la vivienda obrera, nos encontramos con uno de los conjuntos residenciales de mayor calidad arquitectónica e interés histórico promovidos por la SMDF: el barrio del Marqués de Urquijo, en La Felguera. El arquitecto municipal de Langreo Enrique Rodríguez Bustelo fue el encargado de elaborar, en 1916, un ambicioso anteproyecto que contemplaba varios grupos de viviendas destinadas a ingenieros, maestros y obreros. Debido a diversas razones, fundamentalmente imposiciones de índole económica, el proyecto no pudo ser desarrollado en su totalidad, limitándose a la construcción de las casas de los obreros.

El prototipo de alojamiento al que responden es el del pabellón aunque, lejos de adoptar un único esquema estandarizado, el arquitecto introduce afortunadas variaciones en el diseño de los inmuebles, jugando con las alturas, armonizando soluciones de fachada diferenciadas, distintos esquema de distribución en planta y, en definitiva, cuidando el tratamiento estético del conjunto.

Tras la Guerra Civil, en la década de 1940, los arquitectos Federico y Francisco Somolinos se encargaron de la ampliación del barrio. Cabe, en consecuencia, diferenciar un área constructiva primigenia, con un total de nueve inmuebles, y una segunda campaña ejecutada en la posguerra, compuesta por cinco inmuebles adosados por medianera.

Natalia Tielve García