Proyectado por José Elduayen, primer ingeniero español en acometer un desafío de tal envergadura, el tramo original comunicaba Gijón con Sama. En él se incluían obras de gran importancia como el plano inclinado de San Pedro o los túneles de Conixho y Carballín, todos ellos desaparecidos o sustituidos en la actualidad. El ancho de vía elegido fue de 1,44 metros y la línea suponía una longitud de 39 kilómetros.
Posteriormente, la línea se amplió de Sama a Oscura (hoy El Entrego) en 1876 y, finalmente, a Pola de Laviana, en 1885. La red se completaría con varios ramales que daban acceso a distintos cargaderos mineros, así como al puerto del Musel, hasta crear una red de unos 62 kilómetros.
El Ferrocarril de Langreo continuó como compañía privada hasta 1972, cuando se integró en la empresa pública FEVE. Once años después su red sería convertida a vía métrica para enlazar con el resto de su red. Más recientemente su trazado ha sido electrificado y ha visto desaparecer el tráfico carbonero que fue su razón de ser, quedando relegada a un servicio de cercanías. Otras transformaciones incluyen las sucesivas modificaciones de su terminal gijonesa o el futuro soterramiento entre La Felguera y Sama.
Su importancia patrimonial reside en su propia cualidad como vía histórica, esencial para entender la historia industrial del Principado. A lo largo de su recorrido encontramos numerosos testimonios de arquitectura ferroviaria cuya cronología se extiende desde los orígenes del ferrocarril hasta mediados del siglo XX (estaciones de Sotiello, Pinzales, El Berrón, Sama o Pola de Laviana). Otros elementos de interés son algunas obras de fábrica menores o instalaciones auxiliares Sotiello, Boca Sur o La Felguera, así como los antiguos cargaderos mineros que jalonan su trazado.
Guillermo Bas Ordóñez
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