Transportes
Uno de los diseños más peculiares dentro de las locomotoras de vapor es el de los ejemplares provistos de caldera vertical en lugar de la más frecuente en posición horizontal. El principal constructor de estos vehículos fue la firma belga John Cockerill, que en el año 1891 entregó un ejemplar a la Real Compañía Asturiana de Minas para operar el ramal de vía ancha que unía la estación de San Juan de Nieva y la fábrica de Arnao. Desprovista de identificación alguna, fue conocida con el sobrenombre de “Panera” con el que ha llegado hasta nosotros, aunque desconocemos si dicha palabra hace referencia a un recipiente para pan o al tradicional granero asturiano.
Pertenece al tipo IV, uno de los cinco modelos unificados que ofrecía Cockerill en su catálogo de máquinas con caldera vertical. Posee dos ejes acoplados y una marquesina que cubre toda su estructura; el tanque de combustible está situado en la parte delantera y la cabina, en la trasera. En el centro se sitúa la caldera, de tipo Field con tubos de agua, en vez de las clásicas de tubos para los gases de combustión del hogar.
La Real Compañía Asturiana fue una fiel cliente de este tipo de locomotoras, pues utilizó varias de diferentes modelos y anchos de vía, no solo en el Principado sino también en sus instalaciones de Reocín (Cantabria) y Rentería (Guipúzcoa), aunque la “Panera” es la única superviviente de todas ellas. Sus cometidos estuvieron siempre vinculados al ramal de Arnao, llevando materias primas desde los muelles de San Juan y, en sentido contrario, remolcando el material vacío y la producción de zinc de la factoría.
Estuvo en funcionamiento hasta el año 1976, cuando era uno de los últimos ejemplares de este tipo activos en todo el mundo. Quedó después apartada en el interior de las instalaciones de Asturiana del Zinc (sucesora de la Real Compañía Asturiana) hasta su cesión al Museo del Ferrocarril de Asturias, que procedió a su rehabilitación cosmética.
La “Panera” es una de las cuatro máquinas de caldera vertical que sobreviven en toda España y la de mayor tamaño de todas ellas. Su valor como testimonio tecnológico es innegable: Cockerill fue una firma pionera de la Revolución Industrial europea y también en ofrecer locomotoras específicas para servicios en fábricas. Precisamente del mismo modelo fueron las primeras que llegaron a los ferrocarriles industriales asturianos, concretamente a Minas de Santa Ana, que pertenecían una variante más pequeña. Su importancia patrimonial está a la altura de su peculiar estructura, que sobresale entre las piezas del museo y llama la atención de buen número de visitantes.
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