Transportes
Una de las locomotoras mineras más carismáticas del patrimonio ferroviario asturiano es la RIOSA. Construida en 1924 por la empresa belga Haine Saint Pierre, fue suministrada a través de la firma Guillaume de Decker, de Bruselas, a Hulleras de Riosa, en Mieres. Su compra obedeció al aumento de la producción que había permitido la puesta en marcha del nuevo ferrocarril de vía estrecha entre La Foz y La Pereda, de forma que la otra máquina que hasta entonces era propiedad de la empresa, la CESAR, se quedase pequeña para el creciente tráfico.
Su cometido era el remolcar los trenes de carbón entre el apartadero que su propietaria tenía en La Pereda y la estación de Ablaña, para lo que estaba autorizada a circular por las vías de la Compañía del Norte y, más tarde, de RENFE. Esta maniobra implicaba un retroceso en La Pereda que suponía que la máquina atravesase el puente sobre el Caudal y se internase en el vecino túnel de El Padrún, para luego invertir el sentido de la marcha hacia Ablaña. También se encargada de maniobrar los vagones de vía métrica que accedían desde la vecina línea principal del Ferrocarril Vasco Asturiano, para lo que estaba dotada de enganches al efecto.
A lo largo de su carrera fue cambiando sucesivamente de dueños a medida que las minas fueron traspasadas de unas empresas a otras. Así, en 1952 pasó a depender de ENSIDESA y, en 1969, de HUNOSA. Tan solo un año más tarde, las instalaciones de La Pereda fueron clausuradas, y la Locomotora Riosa enviada al lavadero de Olloniego, que disponía de un ramal hasta la estación de RENFE homónima.
En 1972, las minas de Olloniego fueron también cerradas y la máquina volvió a Mieres, esta vez para remolcar trenes entre el Pozo Barredo, el lavadero de El Batán y la estación de Ablaña, por la antigua red ferroviaria de Fábrica de Mieres. Esta nueva etapa se prolongó durante cuatro años, hasta el desmantelamiento de las vías que recorrían las calles del centro de la localidad. Apartada en El Batán durante varios años, finalmente en 1981 recaló en el lavadero de Sovilla, donde se dedicó a las maniobras con los cortes de vagones en sus vías.
Finalmente, fue apagada definitivamente el 31 de julio de 1984, fecha que marca el final de la tracción vapor en HUNOSA y también el fin de las locomotoras de vapor en uso comercial en Asturias, poniendo así el colofón a una historia de más de 130 años.
Abandonada en Sovilla, en 2002 fue trasladada a las instalaciones de HUNOSA en El Batán y recibió una restauración cosmética. Actualmente continúa allí, visible desde el exterior, aunque no accesible al público.
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