Transportes
La tracción en los ferrocarriles industriales se asocia frecuentemente a las locomotoras de vapor, pues, junto con los animales y los propios trabajadores, fue la principal fuerza motriz durante cien años. Sin embargo, a lo largo del siglo XX se fueron abriendo camino otras formas de tracción, especialmente a medida que el progreso técnico las hacía más más eficientes y fiables.
Una de las más habituales fue la combustión interna, utilizando tanto motores de gasolina como, especialmente, diésel, con distintos tipos de transmisión (mecánica, hidráulica, eléctrica) según el fabricante o el cometido de la propia máquina.
Aunque aparecieron en Asturias en la década de 1910, no se generalizaron hasta la de 1950, cuando irrumpieron tanto en líneas de superficie como en la mecanización de los arrastres en el interior de las minas.
Encontramos una gran variedad de este tipo de locomotoras, que coincide con la presencia de diversos fabricantes. Entre los más interesantes destacamos el tractor Hunslet entregado en 1948 a Carbones Asturianos, uno de los primeros utilizados en los ferrocarriles mineros de superficie del valle del Nalón, con ancho de 650 milímetros y transmisión mecánica.
De menor calibre es el pequeño tractor Comessa, de construcción francesa y procedente de Antracitas de Gillón, una de las escasas piezas procedentes de la cuenca minera del Narcea.
La amplia red ferroviaria de ENSIDESA estuvo explotada desde sus primeros tiempos con tracción diésel. De la gran variedad de locomotoras de que dispuso la siderurgia pública destacamos el B-15, construido en 1959 por la casa francesa Batignolles, un modelo clásico de vía ancha que representa las características de los fabricantes del país vecino.
El constructor germano Deutz fue otro gran protagonista dentro de este campo en Asturias. De sus talleres salió, en 1964, una máquina de vía ancha bautizada General Jiménez Alfaro con destino a la red interior de la Fábrica de Armas de Trubia. Pertenece a un modelo normalizado del fabricante, que también entregó un buen número de ejemplares para las galerías mineras asturianas.
La firma Deutz no solo construyó locomotoras, sino que suministró motores a otros fabricantes. Tal es el caso de la empresa española Ferrotrade, radicada en Madrid, que entregó un ejemplar a la central térmica de Soto de Ribera. Esta máquina llevó el número 2 y presenta un diseño de inspiración alemana. Es un peculiar exponente de un constructor nacional muy poco conocido.
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