Poblado de La Nueva

Pero estos caseríos tradicionales no pudieron absorber la presión demográfica reunida por la hulla bien por retención de las nuevas cohortes vegetativas, bien por la llegada de contingentes foráneos. Así, en los enclaves mineros, especialmente en los vallejos laterales, aparecieron nuevas piezas residenciales que se yuxtapusieron a la estructura preexistente, en ocasiones como producto exclusivo de la promoción empresarial, como en Lieres o Bustiello, en otras ocasiones sin excluir otras iniciativas privadas, presentando entonces un interesante carácter mixto. 

Un buen ejemplo de ello es La Nueva, en el valle del río Samuño en Langreo. Aquí, desde el último cuarto del siglo XIX la minería fue tomando cada vez más entidad, convirtiendo un trozo de vega en el tramo medio del río Samuño, La Nueva, en un gran foco minero: primero para la expedición de los carbones de la minería de montaña; luego como la principal unidad productora con el Pozo San Luis dominando la vega. Unas riberas que en este proceso se irán colmatando con funciones industriales pero también con residenciales vinculadas a la minería, a Carbones de La Nueva y, luego, a su pozo, el San Luis: los Cuarteles antiguos o los de La Sierra, ambos de comienzos del siglo XX, los de Uría, firmados por el arquitecto de la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) D. Tomás Acha Zulaica en 1954. Todos ellos aparecen en espacios de borde o, directamente, en la ladera, al igual que la mayoría de las promociones privadas, pues los espacios centrales, cuando no se reservaban para lo industrial, lo eran para equipamientos como la iglesia o el economato. En cualquier caso, esta función residencial nunca hubiera podido ser suficiente, como se ha mencionado, sin las aldeas tradicionales preindustriales, como El Escobal y La Mosquitera pero tampoco sin los grupos de vivienda estatal, como el de San Antonio ya cerca de Ciaño, que constituirán un nuevo estadio de la vivienda obrera vinculada a la minería.

Faustino Suárez Antuña