Talleres del Conde

Sus instalaciones se erigieron sobre un emplazamiento estratégicamente situado entre el río Nalón y el ramal del ferrocarril del Norte que enlazaba Soto del Rey y Ciaño-Santa Ana, cuya concesión había obtenido el Conde Sizzo. Las dotaciones incluían un horno alto, talleres de calderería, ajuste, fragua, carpintería, oficinas y viviendas para los operarios.

En 1902 la compañía queda integrada en la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera que, pasados los años, acomete sucesivas obras de ampliación y renovación de las instalaciones. Las reformas afectaron, en particular, al horno alto y a los talleres de calderería y ajuste que, funcionalmente, estaban vinculados a la planta de La Felguera. Ambas factorías quedaban enlazadas a través de una red de vías internas. El mantenimiento de los talleres se prolongó hasta el año 1985 cuando, al igual que ocurrió con el resto de los activos de factoría, se produjo su clausura definitiva.

Entre los escasos testimonios que se han preservado de los antiguos talleres reviste especial interés la estructura metálica de las naves de calderería. Se trata de dos monumentales naves adosadas, asentadas sobre un basamento de hormigón, con planta rectangular y notables dimensiones, con una longitud cercana a los 200 metros, 11 m. de altura y 20 m. de luz. Los apoyos, pilares compuestos de perfiles roblonados, soportan las vigas sobre las que discurriría el puente grúa. La cubierta, montada sobre una estructura de cerchas triangulares de acero, se disponía a dos aguas, con linternón corrido y cerrada con placas onduladas de fibrocemento.

Desde su clausura se han barajado diferentes proyectos para su rehabilitación y refuncionalización, que han pasado por su transformación en espacio ferial, equipamiento cultural e incluso como parque temático, sin que hasta la fecha ninguno de ellos haya prosperado y permitido dotar de una nueva vida a este valioso testigo del pasado industrial langreano.

Natalia Tielve García