Azucarera de Pravia

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Azucarera de Pravia

Pravia

El periodo de cambio de siglos del XIX al XX fue propicio para el negocio del azúcar en España. Del casi medio centenar de plantas molturadoras abiertas en España en este periodo, cinco lo fueron en Asturias, siendo la de Pravia la mayor de todas ellas. Un impresionante edificio de enormes dimensiones que solo funcionó dos campañas, cerrando en 1903.

La pérdida de los últimos territorios españoles de ultramar ante los estadounidenses en 1898, aunque realmente no impidiera la continuación de los negocios allí, promovió la vuelta de importantes capitales a España. Esto, unido a la progresiva subida internacional del precio del azúcar desde la última década del siglo XIX, el arancel azucarero, entre otras razones, alentó la producción nacional y la creación de numerosas plantas molturadoras en el territorio peninsular. Este azúcar, salvo enclaves muy concretos entre los que no se encuentra Asturias, se obtenía a partir de la remolacha y no de la caña. Así, hasta 5 fábricas de azúcar se crean en este periodo en la marina central asturiana, siendo la de Pravia una de las mayores fábricas molturadoras, hasta el punto que los trenes podían llegar a entrar en su interior.

Como todas las plantas asturianas, la de Pravia tenía una moderna maquinaria, suministrada por la casa alemana BMA especializada en la maquinaria azucarera, que le permitía molturar 350 tm diarias de una remolacha que se cultivaba en las tierras cercanas, pero también en las vegas de Candamo, Belmonte y Salas. Además, su conexión al Ferrocarril Vasco Asturiano le iba a permitir expedir su producción por el puerto de San Esteban. Sin embargo, tan aparentemente buenos cimientos resultaron insuficientes: la fortísima competencia- casi 60 plantas fueron creadas en España- el reducido tamaño de su mercado directo y unos elevados costes de producción llevaron a su cierre tras la zafra de 1902-1903, habiendo funcionado solo dos campañas.

Un imponente edificio varado como un inmenso trasatlántico, con su chimenea de 45 metros, a las afueras de la villa praviana y que solo a partir de 2010 se inicia su rehabilitación, aun no concluida y, ciertamente, poco respetuosa.

Pese a la triste historia del azúcar asturiano, la remolacha, junto con la manzana y la sidra, la leche o la avellana, permitieron al campo asturiano entrar definitivamente en la economía de mercado, estrictamente monetaria. Un dinero que el agro emplearía en su modernización, mejora y crecimiento.

Faustino Suárez Antuña

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