La peculiar orografía del enclave, con las limitaciones de espacio impuestas por los contrafuertes calizos que bordean el cauce del Nalón dieron forma a un enclave muy singular, con un triángulo de vías parcialmente en túnel y la estación en uno de sus vértices.
En otro de ellos, donde confluían la línea de San Esteban con la vía de triángulo que daba acceso directo hacia Collanzo y era transitada por los trenes de carbón, se estableció una estación para trenes de mercancías. Como parte de sus instalaciones, a finales de la década de 1940, la empresa levantó dos bloques de viviendas para ferroviarios, dentro de una importante campaña de renovación del lugar que incluyó otros elementos como la nueva estación o la desaparecida cabina de enclavamientos.
Por lo que respecta a las viviendas, fueron construidas por una fundición de estaño establecida en el lugar y, más tarde, adquiridas por el Vasco Asturiano. En la actualidad son propiedad de sus inquilinos. Están formadas por dos bloques rectangulares, situados de forma perpendicular a las vías, dejando un pequeño jardín entre ambos edificios. Cada uno de ellos presenta planta rectangular dividida en tres alturas, con dos viviendas por piso y cubierta de pabellón. El bloque situado más al oeste cuenta en la planta baja con un pasadizo que da entrada al jardín y desde él se accede a sendas escaleras independientes que dan acceso a las viviendas.
La decoración es escasa y se centra en los alféizares de las ventanas y en la pintura que recubre el enfoscado de los muros.
Aunque su origen no es estrictamente ferroviario, sí han estado vinculadas al ferrocarril durante la mayor parte de su historia y forman un pequeño pero interesante conjunto en un lugar muy pintoresco.
Guillermo Bas Ordóñez
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