Industrias
377143855
Iglesia de Santa Bárbara
342114537
Escuela de Aprendices
350373989
Escuelas de Llaranes
381181569
Viviendas de Ingenieros
345094326
Conjunto Industrial ENSIDESA
342113681
Hospitalillo de ENSIDESA
La educación de los hijos de los «productores», un pilar fundamental en el desarrollo de las políticas paternalistas de la Empresa Nacional Siderúrgica, S.A (Ensidesa), recayó en manos privadas a pesar del carácter estatal de la Empresa. Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl asumieron las riendas del centro femenino y la Congregación Salesiana hizo lo propio con el masculino. Esta cuestión, aunque paradójica, permitió al Régimen agradecer a la Iglesia su apoyo, controlar mejor el profesorado y, a su vez, recuperar la confesionalidad educativa, interrumpida durante la Segunda República.
En el año 1956 se inauguró el primero de los centros, un excepcional edificio vinculado al Movimiento Moderno y relegado a un segundo plano tras la Plaza Mayor. Sus ocho aulas se vieron desbordadas en el primer curso, con más de cuatrocientas matrículas aceptadas. En él sobresale un minucioso trabajo en el planteamiento de los espacios y de los sistemas de circulación. Al exterior destacan las cuatro potentes viseras y, en el interior, un total de dieciséis pinturas murales que ornan las clases, realizados por Javier Clavo, Juan Ignacio de Cárdenas y Luis Echanove.
La excesiva demanda de espacio escolar hizo necesaria la construcción de un nuevo centro educativo en una parcela ubicada junto al parque infantil. Se iniciaron así las obras de la escuela de niños con proyecto de Francisco Goicoechea, inaugurada en 1959. Entretanto, esa necesidad se suplió con la construcción de unas escuelas provisionales compuestas por nueve estructuras prefabricadas, conocidas popularmente como «tubos».
El colegio masculino cuenta con diez aulas distribuidas en un cuerpo bajo que circunda un núcleo de dos plantas, diseñado para albergar un gran salón de actos y el espacio de administración y gestión. Ambos pisos están comunicados por una espléndida escalera helicoidal, concebida y dispuesta de manera cuasi escultórica en el centro del hall. Al igual que el colegio de niñas, reitera el uso de los alerones exteriores aunque con menor protagonismo visual, así como los muros-cortina de aluminio y vidrio, hoy desaparecidos, que facilitaban la apertura total de las aulas al exterior.
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