Coto Musel

Minería

Coto Musel

El Cantiquín, Laviana

A fines del siglo XIX dos hechos de diferente naturaleza serán cruciales para el desarrollo de la industria hullera en la parte alta de la cuenca minera del río Nalón. Por un lado, la prolongación del ferrocarril de Langreo desde Sama hasta Laviana en 1888 establecía la comunicación directa y definitiva de estos espacios con el puerto de Gijón, desde donde se expedían los carbones para el resto de España. Por otro, el marco de protección creado por el arancel Cánovas de 1891 convertía la minería en un gran negocio.

En este contexto nace la empresa Coto Musel, desarrollando la explotación de unas minas cuyos registros habían comenzado en la década de 1870. La sociedad queda integrada en el grupo industrial de José Martínez Rivas, uno de los miembros más activos e independientes de la oligarquía industrial vizcaína que, sobre las bases iniciadas por su tío Francisco de las Rivas- primer marqués de La Mudela- había levantado un emporio formado por minas, astilleros y una moderna siderurgia. La muerte de José Martínez en 1913 supuso la paulatina desaparición del grupo, con la venta de diferentes empresas a excepción de Coto Musel, arrendada en 1926 a Joaquín Velasco, que había profundizado ya los pozos Pumarabule, Entrego o Sorriego.

En el lugar de El Meruxalín en Laviana tenía la empresa Coto Musel cuarteles residenciales y su principal foco minero, destacando las bocaminas Amada, La Mudela (por el marquesado homónimo vinculado a la familia) y San José. Desde aquí, un ramal minero trasladaba la producción hasta El Cantiquín, sobre Laviana, haciendo descender el mineral hasta El Sutu, en la vega, mediante un impresionante plano inclinado. Allí dispuso la empresa el tratamiento de los carbones y las oficinas, expidiendo el mineral por otro ramal hasta la estación del ferrocarril de Langreo. Un complejo sistema ferroviario que ha pasado a la cultura popular a través de una famosa tonada que dice: cuando la máquina pasa del Meruxal a Mardana va Manolín de Barredos cantando la Soberana.

En 1970 el arrendatario Joaquín Velasco se hace con la propiedad de la mina, procediendo a su inmediata venta e integración en HUNOSA, que la cierra al año siguiente por agotamiento de las reservas.

Faustino Suárez Antuña

GALERÍA DE IMÁGENES