Industrias
La icónica fábrica de cervezas «El Águila Negra» se encuentra situada a las afueras de Colloto, en el concejo de Siero. Esta zona, tradicionalmente vinculada a la producción de otras bebidas alcohólicas como la sidra, vería nacer en 1898 a la marca que nos ocupa y que dos años más tarde acabaría por inaugurar una fábrica.
Sus instalaciones constituyen uno de los ejemplos más interesantes de la arquitectura industrial asturiana vinculada a la producción alimentaria. Tras sobrevivir a la Guerra Civil y alcanzar en las décadas centrales del siglo un periodo de esplendor, con una producción de 48.000 litros de cerveza diarios, la empresa inició un proceso de declive que le llevó al cierre ya iniciada la década de los noventa.
El edificio principal es el de mayores dimensiones del conjunto y destaca por su monumentalidad. Consta de dos alturas sobre rasante y de tres cuerpos articulados mediante ventanas con arcos carpanel, flanqueados por un total de cuatro torres. En la parte central se disponen dos, donde predomina el ladrillo visto, con una cubierta plana rodeada por almenas del mismo material y abiertas, al frente, por grandes arcos de medio punto. Las otras dos torres, situadas en sendos extremos, incorporan en el frente los vanos de la misma morfología pero sus cubiertas a cuatro aguas con gran inclinación emplean el zinc como material principal. Las chimeneas ubicadas en estos dos cuerpos incorporan como elemento ornamental formas inspiradas en alas de ave, acordes al nombre de la empresa.
En la parte posterior encontramos la chimenea de ladrillo, que incluye con el mismo material una referencia al año de inauguración de la fábrica. Esta construcción se eleva sobre un plinto de planta cuadrangular de considerable altura, y se remata por una cenefa de anillos concéntricos y fajas situada en la parte superior.
La planta productiva propiamente dicha fue derribada tras el cierre de la fábrica, por verse sumida en un profundo abandono paralizado en el año 2018 con una sentencia judicial que condenó a la propiedad por delitos contra el Patrimonio Cultural y, en consecuencia, a rehabilitar los restos conservados sin que aún se haya decidido su uso futuro.
Rubén Domínguez Rodríguez
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