Transportes
353243059
Ferrocarril La Foz-La Pereda
343864804
Pozo Monsacro
370142300
Bocamina La Esperanza
522775674
Locomotora Figaredo
Uno de los aspectos de los diseños de las locomotoras industriales es su capacidad para adaptar su tamaño a las exigencias de distintos tipos de ferrocarriles. De esa manera, encontramos variantes sobre un mismo modelo con dimensiones que van aumentando de forma progresiva pero que mantienen las mismas características básicas.
Tal es el caso de la Figaredo, una máquina fabricada en 1914 por la firma Krauss de Munich que es una versión algo mayor de otros ejemplares de ese mismo constructor como la Upina. Al igual que ella, es una locomotora de dos ejes acoplados, con distribución exterior y tanque de agua bajo el bastidor.
En el caso que nos ocupa fue encargada en un momento en el que las explotaciones del valle de Riosa, después de unos comienzos turbulentos, fueron adquiridas definitivamente por la empresa Hulleras de Riosa, que las mantendría hasta su venta a ENSIDESA en 1952. La máquina recibió el número 4 y el nombre Figaredo en honor al empresario Inocencio Figaredo, uno de los principales accionistas del negocio.
En origen, estuvo encargada de remolcar los trenes de vagonetas que circulaban por la trinchera del piso 456. Este ferrocarril enlazaba los planos inclinados de la vertiente de Riosa con los que descendían al lavadero de La Pereda a través de un túnel bajo el cordal de Ana María. Debido a esta circunstancia presenta una cabina rebajada, lo que le da un aspecto más potente respecto a su capacidad real.
Cuando, en la década de 1920, ese ferrocarril comenzó a ser progresivamente desmantelado, la Figaredo pasó a circular por otros pisos del complejo de trincheras de la margen derecha del valle hasta su retirada, a mediados de los años sesenta.
Quedó entonces como monumento en los jardines del Pozo Monsacro, lo que garantizó su supervivencia. Después de muchos años allí, en 2005 fue rehabilitada por los trabajadores de la explotación minera y llegó a ser encendida en varias ocasiones, siendo capaz, pese al regular estado de su caldera, de desplazarse por sus propios medios e incluso rodó por las vías del Museo del Ferrocarril de Asturias. Sin embargo, volvió a su lugar original en el que sigue a día de hoy.
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