Poblado de La Camocha

Un primer grupo de veinte casas unifamiliares adosadas, construidas entre los años 1943 y 1946, forman el núcleo originario del poblado. Responden a una tipología elemental de alojamiento organizado en dos alturas, con tres dormitorios, cocina, comedor, baño y parcela en la trasera. Con cubierta a doble vertiente, sobrios en su tratamiento, se levantan en materiales modestos, con fachada sobre zócalo pétreo y muros de ladrillo.

Mediada la década de 1950, ante la insuficiente oferta de alojamientos para un número creciente de trabajadores en la Mina La Camocha, son construidos cien bloques de viviendas de ladrillo, de dos y tres pisos, con dos vecinos por planta. En lo que al programa se refiere, responden a una división de cuartos semejante a las casas de la primera etapa constructiva. Se erigen además diversos equipamientos, encabezados por las escuelas y seguidos por el mercado, el economato, el Hogar del Productor, con biblioteca y bolera, establecimientos comerciales y cantinas. A finales de esta década, al amparo del Instituto Nacional de la Vivienda, se erige una nueva promoción, con 52 viviendas protegidas. En este caso, los bloques, construidos en hormigón, con fachadas laterales de ladrillo, se organizan en dos pisos de altura. Finalmente, la última ampliación del poblado, avanzados los sesenta, se vincula a la construcción de un conjunto de bloques de 4 plantas situados en Vega de Abajo.

Junto con las unidades que componen el poblado, la empresa promueve al pie de la explotación, un grupo de viviendas destinadas a los cuadros técnicos. Conocido como El Vaticano, se configura como una colonia de 46 alojamientos unifamiliares para empleados, junto con 4 chalets para ingenieros. Los primeros, distribuidos en dos plantas, disponen de vestíbulo, comedor, cocina, office, cuatro dormitorios, baño, aseo y jardín; una hilera de cobertizos sirve como cocheras. Los chalets para ingenieros ofrecen una distribución similar pero cuentan con una parcela de mayores dimensiones y garaje propio.

Natalia Tielve García