Los trabajos de canalización de la ría, a partir del proyecto del ingeniero Pérez de la Sala, culminados en la década de 1880, la construcción de la dársena de San Juan de Nieva y el enlace ferroviario con la Cuenca Hullera Central, favorecieron la orientación del puerto histórico hacia el cabotaje de carbón. De este modo, compañías navieras y sociedades carboneras se fueron instalando en el entorno del estuario para atender a las necesidades del tráfico de minerales.
No obstante, la transformación más relevante experimentada por el puerto y la ciudad de Avilés es sin duda la vinculada al desembarco de las grandes empresas estatales en la década de 1950: los complejos productivos de ENSIDESA y ENDASA, respectivamente dedicados a la siderometalurgia y al aluminio, localizados en la margen derecha, junto con Asturiana de Zinc y Cristalería Española, a la cabeza de las empresas implantadas en la margen izquierda. Partiendo del muelle habilitado en la dársena de San Agustín, en el fondo del estuario encontraron acomodo las colosales instalaciones de la planta siderúrgica, racionalmente organizadas siguiendo la lógica del proceso productivo.
Culminando el siglo XX, el desmantelamiento de la cabecera siderúrgica ha tenido, más allá de sus duras consecuencias sociales y económicas, un marcado impacto en el Patrimonio Industrial avilesino, condenado a la desaparición, el expolio y el achatarramiento. El plan estratégico de reconversión urbana impulsado en los últimos años, la regeneración de la ría, la transformación del waterfront, la búsqueda de una nueva identidad e imagen de marca… en definitiva, el postmoderno proyecto de futuro en el que la ciudad y el puerto se han embarcado, se han forjado por desgracia desdibujando las huellas de su inmediato pasado industrial.
Natalia Tielve García
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