Fábrica de Explosivos

Industrias

Fábrica de Explosivos

La Manjoya, Oviedo

La historia de la antigua Fábrica de La Manjoya ha de ponerse necesariamente en relación con el impulso que, en la segunda mitad del siglo XIX, cobra en Asturias la minería del carbón y la fabricación de explosivos.

Fundada en el lugar conocido como Llamaoscura, su origen se sitúa en el año 1865, con la adquisición por parte del ingeniero belga Dionisio Thiry de unos terrenos, la constitución de la Sociedad Dionisio Thyry y Compañía y la creación de la primitiva fábrica de pólvora. En la década de 1880, a partir de la unión de la familia Thiry con un grupo de inversores alemanes e industriales ovetenses – entre ellos los Herrero y los Palacio - se funda la Sociedad de Explosivos La Manjoya que, a la fábrica de pólvora, suma otra destinada a producir dinamita. Bajo la gestión del director Carlos Vetter, entre 1883 y 1890, la factoría se amplia sobre la terraza fluvial situada a los pies del monte de La Zoreda.

Aunque la sociedad se convirtió en una de las más importantes productoras de explosivos del país, la fuerte competencia con los productores de dinamita del momento -  como la Sociedad Anónima Explosivos del Cayés y la Sociedad Vasco-Andaluza-Asturiana de Explosivos de Chávarri y Tartiere – complicó su situación. A partir de 1896 quedaba integrada en la Unión Española de Explosivos.

La Manjoya, en lamentable estado de abandono, muestra hoy los restos de diferentes edificaciones destinadas a polvorines, hornos, almacenes, depósitos, talleres, oficinas, viviendas para los trabajadores y equipamientos sociales – entre los que se encontraban instalaciones de ocio y un espacio para el culto - cronológicamente escalonados en el tiempo, desde la segunda mitad del siglo XIX, hasta bien avanzado el siglo XX. La edificación que albergaba los polvorines determinaba la estructura organizativa y morfológica de la fábrica. Su rotunda volumetría unida a su gran extensión, unos 160 metros aproximadamente de longitud, imponía su presencia. Su perímetro dentado generaba un volumen discontinuo, con alternancia de entrantes y salientes. Esta disposición dentada fue aprovechada para adosar construcciones de carácter auxiliar, como casetas de vigilancia, vestuarios y montacargas.

Natalia Tielve García

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