Transportes
522487951
Locomotora FL 46
522487997
Automotor FL 203
522775674
Coches FL H34 y H47
522487900
Locomotora FL 30
345230076
Ferrocarril de Langreo
343864804
Museo del Ferrocarril
A comienzos del siglo XX, la industria hullera asturiana vivía un periodo de expansión al que no fue ajeno el Ferrocarril de Langreo. Así, la puesta en marcha del nuevo puerto del Musel, servido por sus vías, y la entrada en servicio de nuevos ramales y cargaderos, coincidieron con la necesidad de retirar las locomotoras de construcción más antigua que tenía por aquel entonces la empresa. Fruto de esa coyuntura, entre los años 1906 y 1914 se adquirió un grupo de nueve ejemplares al fabricante belga Haine Saint Pierre, que formaron la serie 24 a 32.
El ejemplar que nos ocupa, la número 30, fue entregada en 1910 y su carrera comenzó de una forma muy brillante, pues nada más salir de fábrica fue enviada a la Exposición Universal de Bruselas, donde figuró en el estand de su constructor. Terminada la muestra, fue por fin embarcada con destino a Asturias.
La concepción de estas máquinas era la clásica que el Ferrocarril de Langreo utilizó durante casi un siglo: ejemplares de tres ejes acoplados, que eran aptos tanto para realizar trenes de línea como para efectuar maniobras en los diversos cargaderos de carbón del recorrido. Su tanque de agua de alforja, elevado sobre las ruedas, les daba un aspecto poderoso y muy característico. A lo largo de su vida útil, estas locomotoras demostraron una gran fiabilidad y fueron empleadas en toda clase de servicios, desde viajeros a trenes carboneros, en las dos secciones en las que quedaba dividida la línea del Langreo por el plano inclinado de La Florida.
Permanecieron en servicio hasta la incorporación de las primeras locomotoras diésel a mediados de la década de 1960. Sin embargo, la número 30, junto con su hermana la 31, fue mantenida por la empresa para realizar maniobras en Aboño, donde sobrevivió hasta la época de FEVE. Retiradas ambas en los años setenta, quedaron abandonadas en la antigua estación de Gijón y, posteriormente, fueron trasladas a la vecina estación de RENFE, por entonces embrión del futuro Museo del Ferrocarril de Asturias.
Incorporada a los fondos de este último, fue restaurada cosméticamente y figura como uno de sus elementos expositivos más visibles desde su apertura en 1998. Su hermana gemela, la número 31, forma parte también de la colección del Museo pero se encuentra a la espera de restauración.
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