Transportes
El ferrocarril Vasco Asturiano desempeñó un papel fundamental en la articulación de la red de vía estrecha del Principado, así como en el desarrollo de la minería del carbón en la cuenca del Caudal y la configuración el puerto de San Esteban de Pravia. Muchos elementos de esta empresa fueron tomados del Santander-Bilbao, línea con la que compartía accionistas e ingenieros. Tal es el caso del diseño de las estaciones o del material móvil.
En el caso de las locomotoras, los primeros modelos se inspiraron en los que utilizaba aquella compañía, todos de procedencia británica. En 1902, el Vasco Asturiano adquirió sus primeras máquinas, una familia de cuatro ejemplares a la firma Hunslet Engine, similares a una serie ya en servicio en la línea vasco-cántabra. Recibieron los números 20 a 23 y fueron bautizadas con los nombres de los principales ríos que atravesaba el ferrocarril. Poseían tres ejes acoplados, cilindros exteriores y tanques laterales para el agua.
La segunda de ellas, la número 21, llevó el de Nalón y adquirió notoriedad ya en sus primeros días puesto que su fotografía de fábrica fue utilizada para ilustrar un catálogo del fabricante. A lo largo de su vida activa la Nalón fue empleada en el servicio a los diferentes ramales mineros del Vasco Asturiano (muy especialmente en el de Figaredo a La Cuadriella) así como en servicios de maniobras, trenes de trabajos o especiales.
Cuando, a mediados de los años sesenta, el Vasco Asturiano jubiló sus locomotoras de vapor, vendió algunos ejemplares de este modelo a empresas mineras. La 23 Cubia terminó sus días en Fábrica de Mieres, mientras que la Nalón pasó a manos de la Sociedad Industrial Asturiana Santa Bárbara para realizar maniobras en la planta de aglomerados que poseía en Figaredo.
Poco tiempo más tarde pasó a manos de HUNOSA y, cuando la factoría fue desmantelada hacia 1970, la compañía estatal la envió a La Cuadriella para realizar maniobras en el lavadero de carbones. Sin embargo, por causas que desconocemos, fue apartada inmediatamente tras su llegada a Turón. Después de más de veinte años de abandono, fue cedida al Museo del Ferrocarril de Asturias, que acometió su restauración cosmética.
La Nalón es una muestra soberbia del diseño industrial británico y también una de las escasas representantes del amplio parque motor de la red de vía estrecha de la Cornisa Cantábrica, que debe su propia supervivencia a su venta a la industria minera.
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