Transportes
Hay algunas piezas del patrimonio ferroviario que tienen un interés singular porque, más allá de su valor histórico, encierran también una fuerte carga simbólica. Tal es el caso de la locomotora TURON 3, construida por la firma alemana Jung en 1914 para la Sociedad Hulleras del Turón. Los inicios de su vida fueron ya ajetreados puesto que, debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, esta máquina y su gemela, la número 4, quedaron durante meses atrapadas en el puerto de Amberes hasta que pudieron reanudar su viaje hacia España.
Una vez en Asturias, ambas máquinas fueron puestas en servicio en el ferrocarril que unía el lavadero de La Cuadriella con San Víctor y que estaba en plena fase de prolongación hasta el nuevo pozu Santa Bárbara. Aunque se adquirieron para remolcar trenes de carbón, la llegada de las locomotoras americanas de tres ejes acoplados las relegó enseguida a tareas secundarias. Así estuvieron encargadas de los coches de los obreros, los cortes de material de construcción o de suministros para las minas y los economatos.
Con la apertura de la línea de Urbiés (1942), las máquinas 3 y 4 alternaron periodos de funcionamiento en este último recorrido, que sería clausurado en 1968. Cuando una de ellas se encontraba en dicho recorrido, su gemela estaba en reparación en el taller y viceversa. No era un cometido fácil debido a la fuerte pendiente de la vía, que requería de una especial pericia de los maquinistas para controlar los trenes cargados que descendían por ella. La número 3, apodada “cuquina” por el personal, terminó su carrera realizando maniobras en la plaza de la madera de La Cuadriella hasta los últimos días de la red de vía estrecha, mientras que su hermana fue desguazada.
Tras el desmantelamiento del ferrocarril, esta máquina se asoció inmediatamente a su memoria: fue expuesta durante las fiestas del Cristo de Turón y, en 1973, colocada por HUNOSA en un pedestal con un vagón tolva en homenaje a los ferroviarios de la vía estrecha del valle.
Después de veinte años allí, fue enviada al Museo de la Minería de El Entrego, donde permaneció una década más hasta que, en 1994, regreso de nuevo a Turón y fue colocada a la entrada de La Veguina, al lado del antiguo trazado del ferrocarril minero, tras ser sometida a una restauración cosmética. Esa condición de monumento, situado en un lugar muy visible, la ha convertido en la pieza más popular del patrimonio ferroviario del valle.
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