Industrias
La realización de la monumental obra de ingeniería civil, arte y arquitectura del Salto de Salime (1945-1955) demandó la contratación de un gran número de trabajadores. Procedentes de diversas zonas del país, llegaron acompañados en muchos casos por sus familias. Para hacer frente a su alojamiento fueron construidos cuatro poblados: A Paicega, el Campín del Segundo Plano, Vistalegre y Eritaña. Sus vestigios se mantienen, aunque en estado de abandono, a modo de románticas ruinas en las inmediaciones del Salto.
Los empleados se distribuían entre el poblado de A Paicega y el de Vistalegre. El primero de ellos, con una posición dominante sobre la presa, fue planificado para acoger a doscientos moradores, distribuidos en doce pabellones con tres viviendas cada uno – destinadas a los grupos familiares – y un Pabellón-Residencia. Junto a los alojamientos se organizaron los equipamientos: iglesia, economato, almacenes, panadería, peluquería, cantina, cuartel, central de transformación y escuelas para niños y niñas.
En la falda de la montaña se localiza Vistalegre. Consta de cuatro edificios elevados a tres alturas con alojamientos para empleados, así como cinco viviendas unifamiliares para ingenieros. Contaba también con equipamientos sociales: capilla, bar, garajes, almacenes, escuelas de niños y niñas, salón-teatro-cine, Oficina-Residencia de la Comunidad, bolera, juegos de rana y llave.
Frente a la privilegiada ubicación y mejores dotaciones de los empleados, los obreros fueron ubicados en las inmediaciones del lugar del trabajo, en los poblados del Campín del Segundo Plano, a media ladera de la montaña, y Eritaña, al pie de la presa. Integran el Campín seis pabellones elevados a doble altura, con una capacidad para 1.200 trabajadores, con salas-dormitorios, cocinas, comedor, capilla, cantina, barbería y salón-cine. En Eritaña se construyeron cuatro pabellones de dos pisos, con capacidad para quinientos hombres y una capilla provisional.
A estos poblados se añade el de productores, en Grandas de Salime, proyectado por el arquitecto Ignacio Álvarez Castelao así como la residencia de la Dirección, en Grandas, al cuidado de Joaquín Vaquero Palacios.
Natalia Tielve García
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