Transportes
Dentro de la extensa red de ferrocarriles mineros asturianos encontramos desde líneas pertenecientes a las grandes empresas industriales a otras secundarias explotadas por sociedades de menor importancia. Una de ellas fue Minas de La Encarnada, que tendió un ferrocarril en la parte alta del valle de Carrocera hasta enlazar con el ramal de Etelvinas, propiedad de Duro Felguera.
Llegó a poseer hasta tres locomotoras de vapor para su servicio, con un ancho de vía de 650 milímetros. De ellas, sin duda la más singular fue la última, que llevó el número 3 y el nombre Luis de Adaro como homenaje póstumo al famoso ingeniero de minas, fallecido poco tiempo antes de su adquisición. Esta tuvo lugar en 1917, en plena Guerra mundial, y por lo tanto solo pudo provenir de un fabricante americano, en este caso Vulcan Iron Works.
Era un ejemplar de pequeño tamaño, con cilindros exteriores, dos ejes acoplados y una amplia cabina para el maquinista y el fogonero. Entre las características más representativas de su origen estadounidense encontramos el bastidor de barras, un gran farol y una sonora campana de bronce situada sobre la caldera y que, desgraciadamente, desapareció hace mucho tiempo.
Su servicio consistía en el remolque de trenes de carbón entre el lavadero de La Güeria y el cargadero que la empresa poseía en Carrocera y donde el mineral era trasvasado a los vagones del Ferrocarril de Langreo. Era un trayecto corto (apenas tres kilómetros) pero con una importante pendiente para los convoyes vacíos, por lo que el viaje de vuelta constituía una dura prueba para esta locomotora, conocida popularmente como “la yanqui”.
En 1970, HUNOSA se hizo cargo de las explotaciones de Minas de La Encarnada y procedió, al cabo de pocos meses, a su clausura y al desmantelamiento del ferrocarril. La Luis de Adaro quedó fuera de servicio y fue situada como monumento en los jardines de los talleres de Santa Ana, donde sufrió un importante deterioro, hasta su traslado a las instalaciones del Pozo Monsacro.
Allí fue recuperada por su propietaria hace pocos años, aunque la intervención alteró su aspecto original. Es una pieza única por su origen y trayectoria que puede contemplarse durante la visita a las instalaciones del Pozo Sotón.
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