Industrias
Tras la independencia de las colonias españolas a lo largo del siglo XIX y, finalmente, la pérdida de Cuba en 1898, la importación de algunos productos como azúcar y tabaco se vio truncada. Por ese motivo se promovió su producción local, en el caso asturiano, en zonas rurales.
Así, a partir de la década de los años 1960, la firma holandesa Mont-Tabac comenzó a realizar los primeros estudios sobre la viabilidad de la producción de tabaco en la vega de Laneo, en Salas.
Consecuencia del inicio de esta actividad es la construcción de diferentes secaderos de tabaco que estarían en funcionamiento hasta el fin de los cultivos en 1993 y que, desde los años setenta, en la misma década en que pasaron a depender de Tabacalera Española, suministraron a la fábrica de tabacos de Gijón. El destino principal del tabaco era la fabricación de capas de puro.
Esta tipología constructiva, dedicada al secado de las hojas de tabaco, se extendió por las vegas de Salas y Belmonte. Destaca el de Laneo, un edificio de planta rectangular y de gran sencillez, en el que se emplea como material constructivo el ladrillo visto, sin demasiada preocupación por el acabado final. Al exterior las paredes laterales están recorridas por contrafuertes del mismo material, mientras que en el interior estos elementos son de hormigón armado, cuyo espesor aumenta conforme se acercan al suelo. La cubierta está formada por vigas de cuchillo español de madera y recubierta por placas metálicas, estando recorrida longitudinalmente por un cuerpo elevado dispuesto con el fin de favorecer la entrada de luz natural al interior y, a su vez, mejorar la ventilación y el secado de las hojas.
Tras el cese de su uso original en 1993, las instalaciones han sido reutilizadas como lugar de almacenaje de aperos y maquinaria agrícola, encontrándose en buen estado de conservación.
Rubén Domínguez Rodríguez
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